viernes, 10 de junio de 2011

Relato Orgia: Deuda de Juego


Relato: Deuda de Juego
Tipo: Orgia


Hacía ya mucho tiempo que no encontrábamos una buena oportunidad de hacer un trío con mi esposa. Siempre nos gustó mucho, a ella tal vez porque multiplicaba las sensaciones táctiles y a mí porque podía separarme y mirar la escena de mi preciosa mujer haciendo el amor. No es que no disfrute sexualmente de ella a solas, es que me gusta tanto que a veces deseo mirarla, verla encendida en su interior, escuchar sus gritos de placer... No nos demoramos en fantasearnos otra vez sobre lo que podrían estar haciéndole por detrás mientras ella se encontrara encima de mí. Patricia debería informarme a cada instante de todo lo que pasara más allá de la zona de su cuerpo bajo mi control. La imaginación nos abrumó, y dio paso al deseo.
Conocí a Jorge una tarde en un sórdido chat. Mi plan era buscar un chico que estuviese a la altura de nuestra imaginación, puse un ni nick sugerente. Me resultaba lamentable ver como funcionaba todo, pareja buscando parejas o chicas... Me resulta patética la estrategia que siguen algunos hombres para poder tener sexo con una mujer que no fuera su esposa. Pero en fin... jamás sería capaz de juzgar el comportamiento sexual de nadie a la vista de las cosas que he hecho. Luego de haber hecho la pregunta, “qué le harías a mi esposa” unas cincuenta veces, y recibir respuestas como, “De todo” “Me la follaría por el culo” “por la boca” y una serie de repeticiones equivalentes, ya estaba perdiendo las esperanzas. Hasta que un tal Jorge me respondió: “Antes de hacerle nada, tendría que habertela ganado en una partida de cartas. Solo después de que hubieras perdido, ella sería nuestra...”. Quedé unos largos instantes en blanco. Empecé a reaccionar, y me descubrí mirando fijamente el cursor que latía esperando a que escribiese alguna respuesta. Ese latido que acentuaba el de mi corazón cada vez más excitado, marcaba mi deseo. “¿Qué quieres decir con que sería vuestra?”. Obviamente nadie le pertenece a nadie, “nuestra” no significaba una relación de pertenecía, sino una relación de correspondencia. Si yo perdía, correspondería que “ellos” jugasen sexualmente con Patricia.

Conocí a Jorge en un café, resultó una persona estupenda, las ideas muy claras. Era alto, deportista, alrededor de los 38 años, muy atractivo. De un vistazo comprendí que le encantaría a Patricia. Le pregunté en que consistía aquel juego en el caso de que fuera real. Parejas, amigos, y gente que él conocía, se reunían de tanto en tanto en su chalet para jugar a las cartas. “¿stipoker?”. Me sonrió, obviamente esa sonrisa cautivaría el deseo de Patricia, y me dijo, “no, cualquier juego de cartas, y lo que apostamos no es nuestra ropa, sino que nuestras fantasías sexuales”. Al menos solía haber dos partidas simultaneas, en una noche. El “jugador” podía ser un chico solo, una parejas, o una chica sola. Se apostaba en tres posibles niveles de deseo sexual. El primero implicaba una relación suave y poco comprometida, caricias, lamidas, mamadas. Un segundo nivel, con penetración, en la que ya podía haber mas de dos participantes en el sexo. Y por último un tercer nivel en que valía todo... Los jugadores acordaban antes de la partida el nivel en el que deseaban jugar.

Jorge me invitó a ir con mi esposa solo a presenciar la partida que se desarrollaría el sábado siguiente en su casa. La curiosidad era extrema y por su puesto fuimos. Jorge es un excelente anfitrión, con gran simpatía nos explicó lo que veríamos y en que consistiría el juego, nos llevó hasta las mesas en la que se desarrollaban las partidas. Era una persona muy seductora, y a cada frase se comía con la mirada a mi Patricia... Ella lo miraba con excitación, no paraba de sonreír, le gustaba... Pasamos al salón de juego y en ese punto él apoyó la palma de su mano sobre el culo de mi esposa con suavidad, como empujándola a entrar en el recinto. Disfrute mucho viendo el recorrido de su mano rodeando por completo toda la curvatura prefectamente circular del culo de ella.

Dos mesas en la primera jugaban una pareja, dos chicos de más 30 años, y una mujer sola de unos 25 años. Jugaban en el nivel uno. Para la pareja era la primera vez que realizaban este juego. En ese punto terminé de comprender que consistían esos encuentros. El juego no importaba en lo más mínimo, el juego era una excusa para que a cada participante se impusiera una circunstancia sexual, que, por su puesto no padecería, sino que la estaría deseando en caso de perder; o por el contrario él o ella impondrían una penalización sexual a quien fuera el objeto de sus deseos en caso de ganar. Es decir, nadie perdía! La chica sola había ganado la partida. En ese punto se cumplió con la penalización establecida. Los otros dos chicos se acercaron a la mujer del matrimonio, la cogieron y la subieron a la mesa. La excitación era enorme, el marido se ubico en una posición estratégica como para no perder ningún detalle. La ganadora empezó a deslizar sus manos por debajo del vestido de la mujer, si bien no podíamos ver detalles, era obvio que sus dedos estaban acariciando su sexo a juzgar por sus gemidos. Los otros dos participantes que no habían ni ganado ni perdido ayudaban a que se celebrara con precisión la pena sexual impuesta. Subían las piernas de la mujer cada vez más hacia arriba, de manera que la joven pudiera acceder mejor al culo y el coño de la “desdichada” perdedora. La estaba devorando, su lengua pasaba del ano a su vagina incesantemente, la mujer ya gritaba de placer. El marido se masturbaba, mientras los otros dos hacían lo mismo. Con su lengua y una mano la muchacha logró que la esposa alcanzara un orgasmo explosivo, mientras se introducía sus propios dedos en su vagina para alcanzar también ella su orgasmo. Como si la escena hubiera estado ensayada todos se corrieron al mismo tiempo, los tres hombres encima de la perdedora, que fue salpicada de semen, que con sus dedos se llevaba hasta sus labios.

La segunda partida ya había finalizado, y no nos habíamos apercibido que jugaron dos matrimonios y dos hombres solos. Ya estaban llevando a cabo la “pena”, el matrimonio había ganado y en un nivel tres! Ella estaba con las piernas separadas y su barriga apoyada sobre la mesa de juego, mientras uno de los “perdedores” la sostenía con muchísima fuerza por sus muñecas estirando lo posible sus brazos hacia delante, de manera que quedaba muy bien sujeta. Los otros se alternaban en comerle el culo a la mujer, le introducían dedos y relajaban ese apetitoso ano. Su marido estaba muy cerca de culo de su esposa sentado en una silla, mientras la esposa del otro matrimonio le comía suevemente su polla. Al alcanzar la necesaria dilatación ella fue penetrada por el primero de los chicos. ¡Realmente era la ganadora! ¡Qué le hubieran hecho de haber perdido! El primero era el más dotado, no sé cuanto mediría pero más que yo sin lugar a dudas. Algo así no creía que fuera posible dentro del culito de mi chica. En el momento en que ya era evidente la penetración anal y pública, metí mi mano por debajo de las bragas de Patricia, ella estaba delante de mí, de manera tal que un dedo alcanzo meterse en su apretado ano. La esposa ganadora estaba más sujeta que antes, las piernas separadas, y el hombre con su increíble instrumento empezó a empujar hacia su interior. En ese punto el ano de mi chica apretó con fuerza mi dedo, Jorge no se perdió ese detalle, ni tampoco mi cara de satisfacción, sonriéndome de manera cómplice. El primero eyaculó por todo el culo de la mujer, y fue sin pausa reemplazado por el segundo participante. No tenía un tamaño tan salvaje como el primero, se parecía más a mi propio miembro de alrededor de veinte centímetros. Sin embargo la energía que empleaba para follarla era atroz, tanto como los gritos de la mujer que en ese punto alcanzaban su máximo. Y otra vez la coordinación, la chica perdedora que mamaba la polla de marido ganador recibía una fuertisima descarga blanca en su boca mientras su marido, cuya humilde función era solo de sostener a la mujer follada por detrás, la miraba con los ojos desorbitados de placer. La mujer siguió lamiendo la polla aún erecta de marido mientras el afortunado perdedor que penetraba a su chica se corría con tanta fuerza que traía para sí con energía ese satisfecho culo, permaneciendo en su interior hasta no le quedara ya nada de su semen por entregar.

“¿Queréis jugar esta noche...?” Fue la pregunta más temida por mí esa noche. Cuando la escuche me apoyé con fuerza al culo de mi esposa sobre mi erecto meimbro mientras la rodea con mis brazos alrededor de sus tetas. Ella sonrió y miró hacia el suelo ruborizada, y yo no pude mas que asentir con mi cabeza. Patri estaba demasiado excitada con lo que había visto como para abandonar. Además era lo que buscábamos, sexo con imaginación. Jorge me dijo que la partida sería entre él y yo. Pero, ¿en qué nivel? ¿Uno? Poca cosa para gente como nosotros que ya estabamos hacía tiempo iniciados. ¡Casi digo tres! Pero lo que quería era que Jorge me ganara, y poseyera a mi esposa. En ese nivel, no tenía la confianza plena, no sólo en Jorge, sino tampoco en los demás invitados. Estaba muy nervioso... Me decidí por el dos, un mediocre nivel dos. Al intentar decir un número de tres letras, mi subconsciente nublado por el deseo hizo que pronunciara un número de cuatro... Los ojos de Jorge se llenaron de lujuria, mi chica apretó sus rodillas, y yo tenía pánico por que no decirlo... Me senté a la mesa con Jorge, y cada uno escribió con el mayor detalle posible en un papel en que consistiría la “pena” del otro para ese fatídico y conscientemente involuntario nivel tres, que yo mismo había elejido, en el que todo era posible. Lo que escribiera debía ser la penalización más oportuna para mi, y para Patri, que deseaba sexo ¡más que nada del mundo! “JORGE ESTIMULARA CON TU LENGUA CADA CENTRIMETRO CUADRADO DE MI CHICA, CON SUS DEDOS EN EL ANO DE ELLA SENTITRA COMO MI POLLA ENTRA EN SU VAGINA, AL TIEMPO QUE ME LA PREPARARA PARA UN PENTRACION ANAL, SI QUISIERA CORRERSE DEBERA USAR SU PROPIA MANO” Fui cruel, Jorge estaría solo para facilitarme mi trabajo. Cada uno conservaría el papel que sólo en caso de ganar sería exhibido.

El póker siempre fue sencillo para mí, pero esa noche no era capaz ni de recordar que combinación de cartas valía más que otra, en las tres manos que duraría la partida. Por un lado, mis nervios, por lo que pudiera estar escrito en el papel de mi adversario, y por otro, ver el deseo encendido de Patri, las miradas que se intercambiaba con Jorge, y por su puesto mi gran curiosidad, hicieron que mi derrota fuera humillantemente estrepitosa! Todos antes que yo leyeron el mensaje en el papel ganador, y se sonreían, y miraban a Patri con deseo y a mí con ojos canallas. Me llegó el papel a mis manos, que no quise leer, sabía que en el juego entre caballeros siempre prima la palabra. Él y dos ayudantes se acercaron a ella, le dijeron: “Esto es lo que buscabais... ahora eres nuestra...” Yo estaba excitado tanto como aquella vez que descubrí este inexorable destino en el chat, “Ella sería de ellos”. Tres hombres le quitaron el vestido, a la vista de los otros invitados. No se detuvieron ahí, Patricia perdió los zapatos, las medias, las bragas, el sujetador. Solo tocaron su cuerpo lo necesario como para quitarle sus prendas. Quedó completamente desnuda, completamente a la merced de la lujuria de Jorge, completamente observada por miradas lascivas, completamente excitada. Sus pezones estaban en punta, instintivamente quiso cubrir sus tetas con brazos pero los dos colaboradores no la dejaron. La visión de mi mujer rodeada por tres hombres vestidos, completamente desnuda era increíblemente bonita. Sus hermosas tetas siempre firmes y sus más bonitos pezones pedían sexo. Sus piernas bien torneadas que acababan en un pequeño pubis con escaso vello lacio, deseaban ser recorridas por esas manos masculinas. Y su culo redondo, perfecto, quería que alguien se ocupase de separarle sus nalgas para descubrir el apretado circulo de su perfecto ano.

Un instante después todos rodeaban la mesa para ver el castigo que recibiría mi esposa por mi “vicio” al juego. Ella estaba boca arriba tal como una desgraciada víctima azteca de las guerras floridas esperando ser sacrificada en el altar. Dos colaboradoras ahora la inmovilizaban sosteniéndola por los brazos y piernas extendidas, yacía fuertemente asida por las muñecas y los tobillos. Los tres la untaron con aceite, vertían sobre ella enormes cantidades. Seis manos resbalaban si cesar por todo su cuerpo. ¡Cuánto sabía de sexo esta gente! Cualquier idiota hubiera dirigido sus manos inmediatamente a sus tetas, apretándolas, o hacia su culo para meter sus dedos de inmediato, o hacia su vagina. Tal es la clase de estúpidos novatos que abundan en los chats. En este caso como si se tratase expertos recorrían absolutamente todo el cuerpo de Patri, sus brazos, sus tetas, sus tobillos, sus muslos, su pubis. Aquello duró varios infernales minutos, hasta que inevitablemente los dedos empezaron a introducirse con suma facilidad en su vagina y su ano, como seis manos organizadas se alternaban en introducir y sacar los dedos para que otro penetrara ni bien saliera el primero. Esa caprichosa coreografía no cesaba, Patricia estaba exhausta de enlazar tantos orgasmos y aun no habían empezado con el nivel tres, ¡ni siquiera con el dos! No podía más, aquellos gemidos cada vez más sonoros hicieron que me sumara a los espectadores masculinos con mi polla en mi mano. Me masturbaba despacio, no quería correrme tan rápido, quería reservarme para cuando las cosas se le pusieran a mi chica mucho más duras. Jorge se desvistió mientras los otros seguían aumentando el deseo de ella. Su polla era enorme, su físico perfecto. Ella acostada y sujeta como estaba no tuvo la increíble visión de ese miembro, eso resultó mejor así, si la hubiera visto antes podría haberse asustado. La mesa también impregnada en aceite hizo que ella se deslizara hacia el borde con las piernas abiertas, sujetas a hora por él. La penetración fue como si el sexo de mi chica decidiera comerse ese gigante miembro. La facilidad de esa penetración casi logra que yo acabara inapropiadamente antes, tal como a algunos ya les estaba sucediendo. Patri gozaba, con ese autobús que entraba y salía todo, mientras sus “esbirros” seguían estimulando sus tetas con aceitadas caricias. Habían llegado al nivel dos con ella...

Mientras se sucedían los orgasmos de mi esposa poseída por mi rival, éste empezó a anunciarle que pronto llegaría el nivel tres. Mientras la follaba, le daba detalles de cómo la penetrarían todos excepto yo por su culo. La perversión era extrema, la follarían sin descanso, sin compasión. Ella recordó algunos de los enormes miembros que había visto esa noche, y fue hizo presa el miedo. Empecé a escuchar súplicas mezcladas con sus gemidos mientras Jorge sonreía malicioso. ¡Y otro orgasmo más! Esta vez pronunciando mi nombre: “Dani, Dani, ayúdame, no podré, tengo miedo” fue lo que escuche cuando estuve junto a ella. Sacó su polla de su vagina, y era evidente que la follaría por el culo, ella pedía que no. Era una deuda de juego... Sagrada deuda que se cobrarían todos con el sagrado culito de mi Patricia. En ese punto Jorge me dijo que me tocaba a mí... Que la penetrase a mi antojo, que el ano de ella estaba esperando mi polla. Me ayudaron a elevarla un poco más hacia arriba, sus piernas estaban en el aire, dejando expuesto su culo. No demore en entrar. La penetración fue suavísima y completa. Me corrí casi de inmediato, yo tampoco podía más. Miramos interrogantemente a Jorge, y él con una sonrisa nos dijo “no creeréis que soy tan sádico ¿verdad?. Tu chica y tú habéis tenido suficiente por esta primera noche conmigo. Hoy no, pero otro día me pagarás mi deuda de juego... porque eres un hombre de palabra...” Al recordar la pena que le hubiera impuesto me di cuenta que él resultó más honesto que yo. Solo me quedaban dos dudas, cómo y cuándo se cobraría.

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